Rammstein
Como lo prometido es deuda y aquí la noche cae rápido con su frio polar, os relataré lo del bar previo al embarque.
Jodeeeer!. Vale que me gustan los barrios lumpen y los garitos cutres, pero éste se lleva el premio de todos los conocidos. Estoy en Punta Arenas.
Pasaba yo buscando donde reponerme del frio y la lluvia que me seguía por donde quiera que fuera, cuando veo una tabernilla con neones invitándome a reponer calorcillo, entro y... describo: Paredes de terciopelo rojo subido, veo a la camarera, rubia teñida con falda negra ARDF (léase A Ras De Figa), acuclillada llenando una especie de tubo de 1 metro de largo por 5 dedos de diámetro, con cerveza. En una mesa próxima, un trípode con grifo le estaba esperando. El resto de decoración se recrea con posters hevylianos, del techo cuelgan volantines chinos, caza sueños y payasos trapecistas junto a una lámpara con ventilador que no deja de dar vueltas. Una pantalla gigante da vida al antro con vídeos metal a toda caña. No es genial?.
Lleno de valor y frio le pido un té a la camata que, tras mirarme de arriba abajo dos veces y, como la barra le impedía ver el conjunto, se asoma tras ella para dar crédito a la petición, me suelta una sonrisa a bocajarro diciéndome "aquí no servimos té". Pensáis que eso me iba a intimidar???, nooooo, para un tipo que está a punto de cruzar el Cabo de Hornos eso no es ná. Así que, hinchando pecho y atiplando mi voz de baritono le pido una cerveza. Sonrisa irónica que empieza a mosquearme, mira de trás de ella y me dice "cual?". Tras ella se apilaban montones de botellas de marcas desconocidas para mi. Sin perder la compostura, le medio sonrío señalando con mi dedo índice sin mirar, al mejor estilo Humphrey, una jarra de 1/2 l. que se estaba engullendo el colega de al lao, más un cenicero, porque claro, qué clase de tipo se va a beber eso sin dar aliciente a sus labios?.
Pillo mesa, saco tabaco, me trae la cerveza, entorno los ojos dando una vista de pájaro a todo el local y, la clientela, digna de mención: somos cinco, un tipo mayor con coleta que duerme plácidamente en su silla, otro joven, con coletaza dando palique a la rubia teñida, y dos de mediana edad chupando del tubo y coreando todas las canciones hevylondas de la pantalla.
Como los ojos me empiezan a llorar por eso del entornado mantenido, decido sacar mi cuaderno de viaje y escribir, siento no haber traido mi pipa y el suéter de cuello largo, pero "creo que todos se han hecho una idea de con quién se la están jugando".
A la media jarra me siento como en casa, tentado de corear con la parroquia las canciones que no sé mientras muevo la birra regando el local con su espuma. Estoy en el culo del mundo, es lo que me digo, y qué culo!.