sábado, abril 08, 2006

El viajero

Salió dando un paso, sacó la mano con la palma hacia arriba. Hacía sol. Tras horas de vuelo, llegó al destino fijado, a partir de ahora no había planes. La tierra sin mapa era su conquista.

Los azules trajinaban tras el cristal, sobre su pelo rubio, pero no podía pensar en personas puesto que aún estaba aprendiendo que el sol no se pone para que el pueda dormir.

Se quedó con la imagen, se acercó al taburete contiguo intentando adivinar todo sobre ella. Las miradas le daban poca información al no poder leer sus ojos con detenimiento.

Ella salió del local con su equipaje y desenvoltura, con vuelo congelado al aire de su falda larga.

El la siguió con distancia, como distanciaba todas sus relaciones. Tuvieron suerte, en el hotel donde ella entró había habitación, y para él, de pié a su lado, junto al mostrador.

Fue inevitable que se fijaran, intercambiaran miradas y alguna palabra, calibraran como puede afectar lo desconocido y deseado, y concluir con esa sensación agradable que nos da un vino recién descorchado todavía sin probar.

Subieron juntos en el ascensor, con el mismo botones y distintas llaves. Habitaciones contiguas donde podían sentirse cercanos, imaginados deambulando en su territorio nuevo.

El bajó al comedor, cogió mesa, leyó la carta y eligió menú. Al cabo, llegó ella, eligió mesa junto a la suya. Cruzaron miradas, intercambiaron sonrisas y decidieron cenar juntos.

Conversaciones de viajes, proyectos y pasado. Como los tenedores, atrapaban las palabras del otro en un intento de digerir su significado quedándose con lo que les servía, entendían, gustaban.

Al terminar, compartieron ascensor, decidiendo qué llave abriría sus corazones.
Pincha k te subo