Estaba yo trabajando, arte o desastre que hace tiempo no practico, cuando en la hora de descanso-almuerzo veía un programa de esos del corazón (no de salú), en mi living privado con sofá with (por no repetir) TV, donde decían:
1ª Premisa….. Si vistes raro
2ª Premisa….. Si te has comprado una bicicleta
3ª Premisa….. Y te has apuntado a un gimnasio
Conclusión….. Estás en la crisis de los 40 [(principales), acotación mía]
En ese preciso instante sufrí un insight (jerga gestáltica que significa algo así como “te has caído de la parra”). Los ojos como platos-diseño, a lo mujer del periodista ese, ¡las cumplía todas!.
1º. Visto de mercadillo-ancho, tirando a grande, arreglado, no conjuntado, con barba de cuatro días (cosa harto difícil de conseguir, sobretodo al quinto día).
2º. No conforme con mi regalo personal de Reyes, bici de carreras, al tiempo, compré la de montaña. Y debo confesar y confieso que el año pasado hice más de dos mil kilómetros (lo escribo en letras porque da la sensación de mucho más).
Y 3º. El mes pasado cumplí dos añitos dos (con letras por lo mismo y repetido) que voy al gimnasio.
Y de esto quería hablar, lo demás ha sido una breve, pero explayada, introducción.
No contento con mi cuerpo (lo digo ahora que no me oye distraído con la escritura), decidí un Otoño de esos de empezar curso, apuntarme a un gym. Tímido como soy, me hicieron un chequeo-encuesta sobre mis cualidades físicas. El cachas del entrevistador no se descojonaba, imagino, por pudor, ya sabemos, ya, bajito, con gafas y escoliosis formal; iba yo todo atrevido con calzas cortas, camiseta de tirantes e inmáculas bambas blancas, calcetines cortos de bici desconjuntaos, mirando con susto a mi alrededor los musculitos masculinos y, por qué no decirlo, los culitos macizos femeninos. El tío me prepara una tabla de esas de paraquenotevayasen2semanas (ahora con número para que parezca más corto).
Como un jabato persistí entre máquinas y sudores, acostumbrando a las fibras. Al tiempo me pasaron a la zona VIP, donde los superhombres hablan de coches, fútbol y tías, sobretodo de tías con polvos y sin pudor. Yo callao.
Me atreví con el spinning, alcanzando cotas de auténtico éxtasis a los cantos corales de Carmina Burana acompasados con los gritos de ánimo de la monitora. Yo sudando, hasta las gafas. Mucho.
Un día me cierran el gym por falta de solvencia, decían. Yo acojonao. Ahora que había conseguido asomar un más tímido que yo tríceps que me quedaba fenomenal apoyao en la barra de los bares alzando una birrita!.
Pero insistí, busqué y encontré otro gym con muchos musculitos y culitos lindos. Nueva entrevista con entrenador personal. A la pregunta: ¿cuántos días a la semana vas a venir y cuánto tiempo/día?, le contesto. -3 días/semana, 4 horas/día. El tío deja de escribir, me mira de arriba abajo, viendo: tipo bajito con gafotas, with calzas cortas, camiseta tirantes, zapatillas grisáceas-con-máculas y calcetines envejecidos desconjuntaos. Tras mirarme, mira al colega de al lao, que también había dejao de escribir descubriéndose descaradamente mirándome. Yo, tímido, miraba al suelo, no para buscar un euro (mi deporte favorito), más bien pa no sentir mi color tomate muy maduro en que se había convertido todo mi cabezón. Orejas incluidas.
En la actualidad hago: fitness, spinnig, power-leches, Pilates, Kundalini yoga, cinta sinfín, natación, jacuzzi, baño turco y sauna (que algún día hablaré de las conversaciones en ella).
En dos añitos cumplidos (con letras), he logrado hablar con el grupo de Pilates, cinco mujeres maduritas y yo. Tanto es así que, antes del verano, organizamos una cena-fiesta. Como ya acuciaban los calores, elegí ropa adecuada a la estación. Noooo, no me llevé la camiseta de tiranteees. Tras 3 ó 4 pruebas de mis mejores galas de otros tiempos, elegí camisa de cuadros blancos y azules de boutique conteinglés desabrochada un botón más de lo adecuado, pantalones de lino, correa ancha cortefiel, zapatos negros boda-de-compromiso y, eso sí, calcetines cortos-bicicleta CONJUNTADOS!. Mi barba de 4 días, pelo cortao como-le-ha-dao-la-gana-a-mi-peluquero y gafas limpias con agua del grifo secadas con papel del WC (y es que hay cosas que no cambian). Me faltó sombrero colonial.
Total, encamino el coche limpito de por la mañana por un “por si acaso”, a la capi, al Barrio del Carmen. Iba andando con un suave balanceo dejando rastro de Fahrenheit, al garito. No veo a nadie (mmmmm). Siguiendo las reglas del perfecto protocolo –no seas el primero ni el último-, decido dar una vuelta por los alrededores sin perder de vista al local. Pasan 5, pasan 10 minutos, pasa un perro sin collar, dos güiris, pasa mucha gente pero ninguna esperada. Mosqueao y con el protocolo echao a perder, voy donde la camata de negro con delantal, y pregunto ufano y distinguido: -una messa reservadaa a nombre de tal, para tantos…?. –A veeeeerrr, uy!, esa mesa ha sido CANCELADA!. Vuelve a mi cabezón el color tomate subido, me dedico a mi deporte favorito, la búsqueda entrañable de euros por el suelo, mal balbuceo una expresión entre graciosa-y-k-putada, saliendo del local sin dignidad, con balanceo perdido y odiando el rastro que dejo a Fahrenheit.
Al doblar la esquina, paro y respiro profundo a ver si logro meter poquito de aire a mis pulmones colapsados.
Ante mi quedó toda una noche de principios de verano, preciosa, compuesto y sin destino. Dudé entre interpretar a Steve McQueen en “The Cincinnati Kid, o a James Dean en “Rebelde sin causa”.
Cuando el ambiente que se supone te tiene que rodear no está, se le manipula, a su pesar. Movilicé (de tel. móvil) a un amigo, quedamos para cenar en un restaurante de barrio rodeados de una bandada de mujeres en despedida de solteras, con pollas y esperando a strippers ( a lo mejor por eso nos miraban de hito en hito esperando que no fuéramos nosotros). Pero esa será otra historia.
Creo recordar que acabé en mi blog, socorro de noches sabadeñas, borrachito y con sonrisa. Eso sí, alguno de ustedes seguro recibió un post de esos que no soy capaz de entender ni yo al día siguiente.
Me sean felices.
