sábado, diciembre 30, 2006

Eso


con un dedo
cojo tu lágrima
y la dejo en mis labios

Acción viene de hacer



Que digo yo, tengo unos ahorrillos y un vacío… alguien sabe dónde venden acciones para comprar VIDA?. Quiero invertir en ella.
Las acciones no tienen tiempo y enriquecen. No me importaría ser terrateniente, rico en ellas. Estoy seguro de que, en la posesión, la gente me saludaría, reiría mis gracias (y desgracias?), en pocas palabras, se acercarían a mí.
En la reflexión, me doy cuenta de la carencia y la necesidad. Ya tengo objetivo para el 7 del siglo XXI. Conjugar el ser y estar con los adverbios de lugar aquí, y de tiempo, ahora.
Que así sea.

miércoles, diciembre 27, 2006

Obreros somos y en las barricadas nos encontraremos



Nunca las cosas son como uno quiere. Gracias a Dios. Desear es un verbo intransigente, conformar un verbo irreflexivo y ser un verbo del que siempre olvido la primera persona del singular. Con todo, por aquí estamos dándonos un paseo por la vida, a veces poniendo buena cara al mal tiempo, otras, sorteando obstáculos que nos empeñamos en salvar a las bravas, con triple salto mortal. Yo puedo con todo, premisa impresa a fuego en las grandes frentes que van por delante, como barbacanas apuntando a puertas fuertemente defendidas.
Y así nos va, hora Quijotes, hora Sanchos (un guiño a mi amigo!), enderezando entuertos y lamiendo las heridas con bálsamo de Fierabrás (yo, personalmente, de tigre). Vengo a decir esto por las cosas que estoy viviendo estos días, LA OBRA, cuatro jornadas sin aparecer “los obreros” por el lugar, herramientas desperdigadas, barro por doquier, contenedor de escombros repleto, paredes agujereadas, libre acceso a la vivienda para todo aquel que quiera repetir la experiencia pasada (léase el post “guante blanco”). Y sin saber qué hacer ni a qué Santo de la construcción orar.
Aquí me tenéis, recitando el mantra “be water, my friend”, mientras miro desesperado por la ventana por ver si aparca el BMW de los proletarios dispuestos a desenfundar paleta y continuar con el proyecto. Entretanto, sigo consultando al Dios Google el nombre de algún Santo a quien aclamarme. Por si funciona.

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lunes, diciembre 25, 2006

Al niño interior

Debo ser de los pocos que les gusta la Navidad, será porque me retrotrae a un tiempo donde no tenía preocupaciones, o la mayor era, si sería correspondido por la chica que me atraía. En estos días me gusta arrullarme en el sofá, cerquita del mando y la estufa viendo alguna película como “qué bello es vivir” o “mujercitas”, de esas que te hacen soltar un lagrimón fácil. Y me gusta recibir regalos aunque en cualquier artículo de prensa o blog todo el mundo se queja de la vorágine consumista, de lo que nos influyen los medios, de lo absurdo que resulta el “tener que ser felices” porque son estas fechas. Para mi son una excusa para compartir, estar con la gente a quien quieres, incluso la familia, y soy de la opinión de que, aunque sea un fracaso, es de las poquitas cosas que tenemos. Y lo digo tal día como hoy, 25 de Diciembre en que estoy solo. Espero aprender de ello.
Me molesta que la gente se queje echando las culpas a la influencia externa, al montaje de la sociedad, y todos acabemos en el corte inglés comprando cualquier objeto de regalo para “quitarnos de encima” el compromiso, sin apenas ilusión ni originalidad. Personalmente prefiero cuatro palabras sinceras, una poesía o cualquier pequeño objeto cargado de significado para quien lo entrega. En la noche de Reyes no me acuesto sin encender una velita y mirar por la ventana, por si veo tres figuras a contraluz trepando por los tejados.
Que nos quejemos de las grandes comilonas, de los excesos, de los compromisos volviendo a culpar al otro como si nos obligasen a ello, resulta demasiado fácil. Yo disfruto haciendo una comida especial para mis hijos, brindar con ellos a las 12:03 tras cumplir el rito de las doce uvas, y es que los ritos dan significado a las pequeñas cosas, a los cambios, enseñan a conseguir confianza, a sobrevivir.

Supongo que la responsabilidad es hacerse cargo de uno mismo y la madurez cuando ya no necesitas de tus padres porque ya sabemos elegir, como el precio que tuvimos que pagar al ser erectus sapiens, aunque a veces tengo la sensación de que muchos nos quedamos solo en erectus.

Chiquill@s, sed felices con cualquier cosa que os ilusione, sin tener en cuenta el tiempo, sin que nadie os tenga que decir con qué. Es mi deseo para estos días y el nuevo año.

miércoles, diciembre 20, 2006

Tiempo de celebración

Sed felices también en estas fiestas, con el deseo de un año nuevo cargado de satisfacciones.

Si queréis ver mi felicitación internauta, pinchad el enlace:
http://usuarios.lycos.es/ferfo/

jueves, diciembre 14, 2006

Tila


En obras. Ya. Por fin
(Clínica)

martes, diciembre 05, 2006

Guante Blanco


Anoche llegaba a casa con la bolsa del gimnasio. En la entrada está el teléfono fijo, que hoy en día hay que especificar; el pilotito rojo indicaba que había un mensaje. Dejo la bolsa en el suelo, descuelgo y marco, mi hijo está en el hospital con un posible dedo roto. Tranquilidad, mientras hablo, voy dándome cuenta que hay cosas por la casa desplazadas, el cajón de la entrada abierto, el portátil encima de la mesa centro, el reloj en la mesa escritorio…, le pregunto a mi otro hijo al otro lado del teléfono si han venido a casa esta tarde: -no papá, dice, -pues nos han robado!, digo, -si es que no me extraña, siempre te dejas las puertas abiertas. Me riñe. Cuelgo.
Algo no me cuadra, para ser un robo no hay demasiadas cosas revueltas. Caigo en la cuenta de que es posible que siga en casa, arriba en las habitaciones o en los patios. Voy a la cocina, abro el cajón de los cubiertos para coger un cuchillo tamaño natural, doy las luces, subo las escaleras con el cuchillo en posición psicosis cuando la escena del baño. Más luces, escudriño los rincones, en las habitaciones, los cajones están abiertos y la ropa por el suelo, en el despacho, documentos, papeles, cartas fotos andan desplegadas por todas partes. No puedo evitar echar una ojeadita a las fotos (coño, dónde estaban estas?), pero algo me dice que no es el mejor momento.
Inspeccionado el piso quedan los patios, luces a diestro para eliminar lo siniestro. La puerta que da al primer patio está reventada, cerradura rota y marcas de palanca en la puerta; encuentro la escalera grande desplegada y apoyada en el tejado. Ya puedo hacerme una composición de lo que ha ocurrido; han saltado la vaya que linda con las huertas, forzado la puerta para entrar en la vivienda y huido por el tejado. A juzgar por el botín que se han llevado debo de haberles interrumpido al llegar con el coche, pues ni el portátil, reloj, cámara digital, tarjetas de crédito, pantallas LCD, etc. se han llevado. Únicamente echo en falta el carné de identidad (será un admirador/a?).
No lo veo demasiado útil, pero llamo a la policía municipal por si anda por el barrio evitar que entre en alguna otra casa. Llegan rápido tres fornidos muchachotes, de esos que te hablan de usted deseando hacerlo de tú. Entran, miran, elucubran, preguntan, contesto, llaman a la guardia civil, -ahora vendrán y tomarán huellas. –Oye que no, que por tan poca cosa que no vienen, desde luego ya les vale. Dice.
Se van. Me quedo. Una sensación de inseguridad quiere apoderarse de mi, miro de reojo a la puerta por donde ahora entra el claro de la luna llena. Decido alegrarme porque, al fin y al cabo, es poco lo que he perdido, y puestos ha decidir, tampoco echo un cigarrito-ansiolítico porque todavía es lunes.
En resumen, aunque todos los amigos me están riñendo porque siempre me dejo las puertas abiertas, una llave escondida que todo el mundo sabe donde está y las cosas en cualquier sitio que considero útil (a la vista), da la casualidad que, en ésta ocasión, estaban todas las puertas cerradas. Moraleja, si hubiera echo lo de siempre, ahora me ahorraría tener que cambiar la puerta.
Anecdotario: A las 10 h. de los corrientes me presenté en el cuartelillo de la benemérita a dar parte de lo acontecido. Se me dijo, vaya a casa que ahora irá una patrulla. Son las 19 h. y sigo esperando. No es crítica, es lo que hay.

Milonga de la ganzúa - Cuarteto Cedrón

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domingo, diciembre 03, 2006

Empatía

Cuando un amigo nos cuenta un problema, lo que le preocupa en ese momento, normalmente nos habla de su incapacidad para solucionarlo, de la frustración que siente y como le está afectando en su vida. En nuestro querer ayudarlo, nos empeñamos por quitar importancia a lo que está sintiendo y de hablarle de sus capacidades para solventarlo haciéndole sentir invalidado. El/ella, con mucho estupor, nos escucha con toda su tristeza, con ojos suplicantes intentando hallar en nosotros una tabla de salvación, y nosotros, en el empeño de ayudarle, le tiramos un salvavidas que le da en toda la cabeza acelerando su hundimiento. Le hemos contado como nosotros en su misma situación solucionamos el problema, le hemos dado consejos, le hemos dicho lo que tiene que hacer. Todo menos escucharle, estar con él/ella y para ella/él sin más pretensiones.
Nos cuesta entender que ayudar no es salvar, que acompañar no es aconsejar, que demostrar nuestro cariño, interés, es hacer que se sienta acompañado en esos momentos difíciles, simplemente escuchando, haciéndole sentir que tenemos una aceptación incondicional hacia él/ella apoyando su dolor. Asumir que nosotros no tenemos las respuestas y aún así, somos capaces de mostrar que le comprendemos afirmando sus sensaciones sobre sí mismo y la situación.

Todo dicho en primera persona. Conste.
Pincha k te subo