Tramontana

Paseábamos por la playa cara a la tramontana fría de invierno contando historias de nuestras vidas.

Algún silencio para buscar las manos con que calmar la excitación del momento que, lejos de conseguirlo, la hacía estallar por todo el cuerpo, por si algún rincón había quedado sin ella.

Arena, agua, nubes y viento nos acogían jugando como niños vigilados atentamente.

No había prisa, solo pasos por andar conociéndonos. Y a cada uno de ellos, gotas de ternura haciéndose hueco junto a los tesoros más escondidos.

El futuro es tierra preñada de semillas esperando la primavera.