Final de la Trilogía

Hoy te he visto cerca,
no sé si eras tú
pero te parecías a lo que espero.
Con esos ojos grandes
comiéndote la vida a miradas,
fíjate que me ha gustado
la tranquilidad en tus manos,
dispuestas para recibir,
entregadas para dar.
De lo demás no sé.
Ni me importa.
Quién quiera que seas tú,
te estoy esperando,
con las manos tranquilas,
quitando el alicatado al corazón,
y la ilusión en los ojos
para recibirte como mereces.
Tampoco sé si me querrás
como yo te quiero,
a veces sueños cálidos
otras, conversaciones inventadas,
siempre amorcito con ternura.
Siguen pasando los días
mientras preparo el encuentro,
mejor, me preparo para recibirte.
En el espejo, me asuntan las canas
y esas arrugillas que llegaron
un día sin ser invitadas,
con todo eso, me digo
¡es lo que hay!
e incluso, a veces, me siento feliz,
porque hay más detrás de todo ello:
diálogos íntimos inventados,
caricias ensayadas,
choque de copas a la luna nueva,
todo, para ser mejor,
para encontrar qué te puedo ofrecer
y dártelo, con las manos abiertas,
con el corazón entre ellas
para cuando decidas venir.
Te espero… (no tardes).