Estoy alucinao con esta historia. Resulta que he recibido un comentario anónimo recibiendo mi invitación al jardín de la esperanza. Precioso, sea quien sea. Y que, la curiosidad, me ha llevado a desplegar el mapa mundi de la localización de las personas que han visitado mi blog y, ¡sorpresa!, banderitas desde todo el mundo venían alzadas anunciando las visitas realizadas. Me he sentido pequeñito e importante junto a una sonrisa abierta; luego, el miedo, lo poquito que ofrezco para que alguien se pueda sentir interesado con las palabras o las imágenes.
Y esto es bueno, me estimula para encontrar en mi lo mejor para que alguien pueda encontar algo que le sirva: unos minutos de compañía, unas palabras con significado o alguna imagen donde descansar la mirada. Solo necesito de vosotros algún comentario escrito para seguir creciendo, ¿o es mucho?.
Sed felices, navegantes.